Después de años de investigaciones, Rubén Carrillo y su equipo de la Universidad de la Frontera lograron que la especie en esa zona fuera de...
Después de años de investigaciones, Rubén Carrillo y su equipo de la Universidad de la Frontera lograron que la especie en esa zona fuera declarada en peligro de extinción, paso necesario para tratar de conservar y restaurar su entorno.
El miércoles 19 de diciembre un Decreto de Ley publicado en el Diario Oficial proclamó a la Araucaria Araucana como especie en peligro de extinción, particularmente en la cordillera de Nahuelbuta.
Detrás de esta iniciativa hay un equipo de científicos encabezados por Rubén Carrillo, director del Departamento de Ciencias Agronómicas y Recursos Naturales de la Universidad de La Frontera, quien ha dedicado gran parte de su vida a estos árboles.
Su interés por las araucarias, recuerda, se remonta a su época de estudiante en la Universidad Austral de Chile. En una asignatura llamada “excursiones botánicas”, lo llevaron a visitar el Parque Nacional Conguillío en la Región de la Araucanía y desde ese momento, empezó sus primeras investigaciones.
Debido a la longevidad de esta especie –se han descubierto ejemplares de más de 1.300 años de edad– hay muchos científicos que consideran a la araucaria una suerte de ‘fósil viviente’. De hecho, se cree que este árbol ya existía hace unos 200 millones de años.
“La araucaria es la línea que permite claramente la observación en la actualidad de cómo fue el establecimiento de la vegetación arborea en el planeta a través de millones de años. Te permite imaginar lo que era el planeta hace 240 millones de años cuando no existíamos”, dice Carrillo en conversación con INTERFERENCIA.
El camino hacia la protección
La especie Araucaria Araucana existe solo en Chile y Argentina. Del total, el 75% de esa distribución están en el territorio nacional, con su gran mayoría en la cordillera de Los Andes y pequeñas poblaciones en la cordillera de la Costa. Según las cifras que maneja Rubén Carrillo, en los últimos 16 años se han perdido más de 30 mil hectáreas de esta especie.
Los investigadores empezaron en 2015, después del incendio que en marzo de ese año afectó a la Reserva China Muerta quemando más del 50% de la reserva. Su objetivo era identificar la distribución de araucarias en el territorio nacional. “Comenzamos un proceso pionero de restauración ecológica”, dice Carrillo.
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Rubén Carrillo (segundo de izquierda a derecha) junto al equipo de investigadores en Villa Las Araucarias.
Rubén Carrillo (segundo de izquierda a derecha) junto al equipo de investigadores en Villa Las Araucarias.
“La pérdida de la araucaria se debe fundamentalmente a incendios y por la sustitución por especies exóticas de rápido crecimiento, como el pino y el eucalipto”, dice Carrillo.
Ingresaron la causa al Ministerio del Medio Ambiente con los resultados que fueron encontrando. “Cualquier persona natural de este país puede hacer ingreso de antecedentes para reclasificar una especie en particular que tenga distribución natural en Chile, ya sea flora o fauna”.
Los resultados más preocupantes los encontraron en la zona de la cordillera de Nahuelbuta, parte de la Cordillera de la Costa que se extiende entre la región del Bío Bío y de La Araucanía. Es por eso que el Decreto de Ley impulsado resguarda específicamente la araucaria en ese territorio. “Son poblaciones descontinuadas y eso te demuestra la fragmentación que ha habido de estos ecosistemas”, dice Carrillo.
En el proceso que tardó tres años en ser decretado, tuvieron conversaciones con el apoyo de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) y con comunidades pehuenche. Para él y su equipo, el valor ancestral que tiene la araucaria es único en el mundo. “Vimos también su preocupación. Esta especie es la única que está asociada a un pueblo originario. Son características que la hacen única. Es un tema cultural”.
Además, realizaron distintos seminarios a lo largo del país exponiendo el problema y la intención de declarar la especie en peligro de extinción. Incluso, presentaron la situación en un congreso internacional de Medio Ambiente en Cuba.
Entre 2002 y 2015, Carrillo dice jamás haber visto un plan de conservación. A eso justamente apuntó su propuesta. “Queremos que con esto no solo se generen planes de restauración, sino también de conservación. Tienen que haber planes asociados a la educación ambiental que es tremendamente importante para las nuevas generaciones”, afirma.
“Que se haya declarado en peligro de extinción es una buena oportunidad para el país de demostrar que somos capaces de conservar nuestros recursos naturales”.
Su objetivo es poder replicar esta categoría en todo el territorio nacional.
El factor del cambio climático
Incendios, tala ilegal, colecta de la semilla sin marco regulatorio, la ganadería, son algunos de los factores que constantemente ponen en riesgo a la araucaria. Pero también está siendo afectada, al igual que todo el ecosistema, por el calentamiento global. Todo esos efectos, provocados por la actividad del hombre.
“Su intervención antrópica es cada vez más grotesca. La araucaria ha estado sometida por mucho tiempo a estrés hídrico producto del cambio climático. La araucaria para poder retener sus volúmenes de agua cierra sus estomas, por lo tanto, no hay intercambio gaseoso, no hay fotosíntesis y eso significa que la planta no elabora su propio alimento. Eso la hace vulnerable al ataque de insectos, hongos, entre otros”, explica Carrillo.
Para poder disminuir el estrés hídrico, se deben reforzar los sotobosques (tipo de vegetación que crece más cerca del suelo), porque según dice el experto, mantiene la humedad en el piso.
–¿Qué pasaría si no nos hacemos cargo, en una proyección de aquí a diez años, por ejemplo?
–Vamos a entrar rápidamente en un punto de no retorno sobre todo para la distribución en la cordillera de la Costa que necesita de una atención muy especial por parte del Estado de Chile y de toda la sociedad. De no ser así, a pesar de todos los esfuerzos que se hagan no vamos a poder volver a tener lo que se tenía hace mucho tiempo y que demoró miles de años en generarse. El ejemplo más inmediato lo tenemos con la araucaria de Brasil (pino Paraná) cuyas poblaciones son única y exclusivamente realizadas por plantaciones. Ya no hay más regeneración natural y no tienen ecosistemas naturales como tal.