Cuando el 13 de febrero de 1812, salió a la luz pública el primer número de la Aurora de Chile, todos aquellos que abrazaban la causa patrió...
Cuando el 13 de febrero de 1812, salió a la luz pública el primer número de la Aurora de Chile, todos aquellos que abrazaban la causa patriótica, manifestaron la más ferviente alegría. Confiaban en que este periódico sería el instrumento necesario para difundir los ideales patrióticos y erradicar la ignorancia y ceguera de quienes aún no veían que Chile debía ser un país independiente.
Muchos ilustrados patriotas participaron y colaboraron con la Aurora de Chile, pero sin lugar a dudas fue el sacerdote de la Orden de la Buena Muerte, fray Camilo Henríquez, la principal figura del nuevo periódico. Nombrado redactor por el gobierno de José Miguel Carrera, fray Camilo destacaba entre sus contemporáneos por sus vastos conocimientos en historia y humanidades. En esta primera etapa del nuevo periódico, jugó un importante papel el tipógrafo norteamericano -también designado por José Miguel Carrera- Samuel Burr Johnston, quien posteriormente publicó sus impresiones acerca de Chile y su proceso político independentista, en su obra Cartas de un tipógrafo yanqui.
La Aurora de Chile se publicó semanalmente durante más de un año y en cada uno de sus cincuenta y ocho números expuso apasionadamente un franco pensamiento independentista. A través de artículos sobre los más variados temas de la actualidad nacional -tales como la hacienda pública, industria, comercio, la policía, la "civilización de indígenas", la instrucción pública o el derecho constitucional- sus redactores buscaron con afán impulsar el progreso de Chile en todos los ámbitos de interés nacional, confiando en un futuro esperanzador y resplandeciente para la patria.
Debido a su clara línea editorial, la Aurora de Chile, tuvo acérrimos detractores que condenaban su espíritu de desafío hacia el dogma de la majestad real. No obstante, el periódico perseveró en la difusión de sus ideales e indudablemente llegó a convertirse en un símbolo del proceso de la Independencia del país. Junto con ello, inició la era del periodismo chileno, transformando a su primer director, fray Camilo Henríquez, en el padre del periodismo nacional.